Leo Margets: “El poker mucho más que un juego de cartas”

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Leo Margets: “El poker mucho más que un juego de cartas”

En su libro “¡Juega bien tus cartas! En la vida y en los negocios” la jugadora profesional comparte lo que le ha enseñado el póker, quien lo define como “mucho más que un juego de cartas”. Entre otras cosas, que no sirve de nada esconder el fracaso o reprimir las emociones como en una olla a presión. Es mejor apostar por gestionarlas y darles salida.

He aprendido de mi misma un montón de cosas a la hora del juego. Tenemos una aversión al riesgo brutal que nos lleva a tomar malas decisiones porque lo que nuestro cerebro lo que quiere es estar tranquilito y sin muchos cambios. El póker te hace ver que no decidir es muchas veces el peor camino. El “statu quo” a corto plazo te puede hacer sentir bien aunque no te sirve para ganar nada.

Tomo muchos riesgos en la vida más en el póker porque lo veo todo más claro, Aunque intento ser consciente de que la seguridad total no existe, todo es incierto, y una decisión es buena o mala independientemente del resultado.

Esto se ve también en el póker. Si tú vas siempre al trabajo por la misma ruta, que es la más rápida, y un día te encuentras con un accidente y tardas muchísimo en llegar seguramente te dirás que tendrías que haber cogido la otra ruta en vez de la habitual. Esto es falso, tu decisión fue la correcta. Lo que ocurre es que pasan cosas que no dependen de nosotros y que no podemos controlar. Hay que aprender a desapegarse del resultado.

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Muchos me preguntan ¿Por qué hay tan pocas mujeres? Yo les respondo; sólo somos entre alrededor del 7%. Cuando empecé pensaba que sería una cuestión de tiempo que fuéramos más jugadoras pero no ha sido así. En absoluto no es un entorno machista, lo que cuenta es lo que seas capaz de hacer en la mesa. El póker es una meritocracia. La realidad es que a las chicas no nos gusta tanto jugar y las que lo hacemos somos una excepción. Quizá se deba a una cuestión biológica, estamos programadas para otras actitudes y en la mesa hay que ser agresivo. Nos sentimos más cómodas en otros entornos aunque, evidentemente, no se trata de una cuestión de capacidad ni de inteligencia.

En el juego No hay piedad, ya sea con una chica o con tu amigo, o familiar. Solo quieres ganar fichas, da igual de quién eres. Es competición y “fair play”. Lo injusto sería que jugara más suave porque enfrente haya a una chica.


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Cómo una partida de póker puede mejorar tu vida personal y financiera

Leo Margets, jugadora de póker profesional, considera que este juego es un microcosmos de la vida y desvela sus mejores herramientas para aplicarlas a la vida cotidiana

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A nuestro alrededor pululan libros de autoayuda, expertos consejeros (los amigos incluidos), los que se hacen llamar coachings, psicólogos… Probablemente le sorprenda saber que hay otra forma de aprender a transitar por este sinuoso (y a veces tortuoso) camino de la vida y es a través del póker. Sí, del póker.

Así por lo menos lo asegura Leo Margets, jugadora de póker profesional (con el título mundial en 2009 en la categoría de mujeres) en su libro ¡Juega bien tus cartas! En la vida y en los negocios. Su experiencia en el mundo de las cartas le ha servido para concluir que el mundo es un microcosmos de la vida y por eso, sostiene que las habilidades adquiridas con el juego pueden aplicarse a mejorar nuestras decisiones en la vida.

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Hay ciertas habilidades que potencias cuando juegas a nivel profesional, como vencer la aversión al riesgo, actuar bajo situaciones estrésantes o con incertidumbre que tienen una aplicación en el día a día, explica Margets.

Esto no significa, aclara, que haya que jugar al póker para mejorar nuestras vidas, sino que destaca el proceso mental del jugador y cómo las herramientas que usa pueden servir incluso para el que no sabe lo que es el póker.

Si bien hay muchos otros juegos que explotan nuestras habilidades, como el ajedrez, en el caso del póker siempre juegas con información que falta, que es la que tiene el rival y tú no y eso es muy aplicable a la vida cotidiana. Algunos ejemplos prácticos: la hora a la que decidimos salir de casa para ir a trabajar, negociar una compraventa o decidir abrir un restaurante.

Cualquier de estas decisiones cotidianas las tomamos sin tener una información completa: es imposible predecir el tráfico que nos encontraremos una mañana en concreto, o saber cuánto está dispuesta a aceptar la otra parte por su casa, pero se trata de actuar de la manera óptima teniendo en cuenta todas las variables que sí conocemos y todo lo que sí podemos controlar. El problema es que muchos de nosotros asociamos el concepto de la “mejor decisión” con la que menos riesgos con lleva y eso desemboca en muchos casos en decisiones trágicas, explica en el libro.

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Con esta idea enlaza la de la aversión al riesgo: El ser humano, por naturaleza, le pesan más las pérdidas que las ganancias porque nuestro cerebro está diseñado para huir del peligro, pero realmente esto no tiene sentido, y tomamos decisiones pensando que es la más segura y no siempre es así.

Margets introduce para explicar una óptima toma de decisiones el término de valor esperado, utilizado en economía y en matemáticas y que en este caso, sirve para tener en cuenta no siempre la mejor decisión con menos riesgos sino la suma de todos los posibles resultados: el peor, el esperado y el mejor.

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