Cómo una partida de póker puede mejorar tu vida personal y financiera
Leo Margets, jugadora de póker profesional, considera que este juego es un microcosmos de la vida y desvela sus mejores herramientas para aplicarlas a la vida cotidiana
A nuestro alrededor pululan libros de autoayuda, expertos consejeros (los amigos incluidos), los que se hacen llamar coachings, psicólogos… Probablemente le sorprenda saber que hay otra forma de aprender a transitar por este sinuoso (y a veces tortuoso) camino de la vida y es a través del póker. Sí, del póker.
Así por lo menos lo asegura Leo Margets, jugadora de póker profesional (con el título mundial en 2009 en la categoría de mujeres) en su libro ¡Juega bien tus cartas! En la vida y en los negocios. Su experiencia en el mundo de las cartas le ha servido para concluir que el mundo es un microcosmos de la vida y por eso, sostiene que las habilidades adquiridas con el juego pueden aplicarse a mejorar nuestras decisiones en la vida.
Hay ciertas habilidades que potencias cuando juegas a nivel profesional, como vencer la aversión al riesgo, actuar bajo situaciones estrésantes o con incertidumbre que tienen una aplicación en el día a día, explica Margets.
Esto no significa, aclara, que haya que jugar al póker para mejorar nuestras vidas, sino que destaca el proceso mental del jugador y cómo las herramientas que usa pueden servir incluso para el que no sabe lo que es el póker.
Si bien hay muchos otros juegos que explotan nuestras habilidades, como el ajedrez, en el caso del póker siempre juegas con información que falta, que es la que tiene el rival y tú no y eso es muy aplicable a la vida cotidiana. Algunos ejemplos prácticos: la hora a la que decidimos salir de casa para ir a trabajar, negociar una compraventa o decidir abrir un restaurante.
Cualquier de estas decisiones cotidianas las tomamos sin tener una información completa: es imposible predecir el tráfico que nos encontraremos una mañana en concreto, o saber cuánto está dispuesta a aceptar la otra parte por su casa, pero se trata de actuar de la manera óptima teniendo en cuenta todas las variables que sí conocemos y todo lo que sí podemos controlar. El problema es que muchos de nosotros asociamos el concepto de la “mejor decisión” con la que menos riesgos con lleva y eso desemboca en muchos casos en decisiones trágicas, explica en el libro.
Con esta idea enlaza la de la aversión al riesgo: El ser humano, por naturaleza, le pesan más las pérdidas que las ganancias porque nuestro cerebro está diseñado para huir del peligro, pero realmente esto no tiene sentido, y tomamos decisiones pensando que es la más segura y no siempre es así.
Margets introduce para explicar una óptima toma de decisiones el término de valor esperado, utilizado en economía y en matemáticas y que en este caso, sirve para tener en cuenta no siempre la mejor decisión con menos riesgos sino la suma de todos los posibles resultados: el peor, el esperado y el mejor.