Por qué los alimentos ‘buenos’ se vuelven malos para la salud y viceversa

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Por qué los alimentos ‘buenos’ se vuelven malos para la salud y viceversa

La nutrición no tiene nada que ver con las matemáticas. Lejos de ser una ciencia exacta, cada dos por tres aparece un nuevo estudio que contradice a alguno anterior y parece saltar por los aires muchos paradigmas sobre las dietas saludables. Entonces, ¿en qué quedamos? Las ideas que tienen los expertos acerca de alimentos tan comunes como el zumo, el café o los huevos han cambiado radicalmente para bien o para mal en los últimos años.

Creías que eran saludables y no es verdad

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Empezamos con las malas noticias: los zumos no son buenos. No se dejen engañar por el aspecto del primo de Zumosol, los nutricionistas le han declarado la guerra a la fruta exprimida, incluso si la preparamos en casa. “El zumo no es fruta”, proclama en declaraciones a el español Juan Revenga, dietista-nutricionista y biólogo de la Universidad de Navarra, además de reconocido divulgador científico. “Si exprimimos tres naranjas, tenemos más azúcar que en una Coca-Cola. Y encima lo bebemos con indulgencia, pero ese jugo nunca puede sustituir a una fruta”.

Un error aún más extendido es el que apunta a los beneficios del “vaso de vino con las comidas”. Por bien arraigado que esté, “ningún estudio dice que haya un mínimo de alcohol que sea saludable”, advierte Marián García, doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madridy profesora de Nutrición en la Universidad Isabel I de Castilla. “Los antioxidantes que pueda tener el vino tinto son anulados por el hecho de que el alcohol es tóxico”, señala.

En la misma línea, recuerda un mito popular hasta hace pocos años: “Se recomendaba a las mujeres beber cerveza para aumentar la producción de leche materna, cuando en realidad es contraproducente, porque el alcohol inhibe la producción de oxitocina”, hormona que desencadena la salida de la leche.

Por cierto, la leche y los productos lácteos en general tenían “una imagen maravillosa en los 80″, destaca Revenga, para luchar contra la osteoporosis. Sin embargo, hoy en día no se considera imprescindible, sobre todo porque hay alimentos que pueden aportar tanto calcio o más, desde las sardinas a los garbanzos o la berza.

Otro mito que se cae es el de los cereales. Considerar que son como un alimento esencial que tiene que estar en la base de la pirámide alimenticia es una idea completamente desechada, junto con la propia idea de pirámide, sustituida por el plato de Harvard.

Ya no son los malos de la película

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Por suerte, también abundan ejemplos de lo contrario: comidas que nos prohibieron y que en realidad podemos disfrutar con mayor o menor alegría.

El caso del huevo es uno de los más llamativos. Demonizado durante mucho tiempo por sus elevados niveles de colesterol, ahora sabemos que no influye en el riesgo de sufrir enfermedades del corazón. “El colesterol de un alimento tiene muy poco impacto en los niveles de colesterol de nuestra sangre e incluso está por ver qué relación tiene lo segundo con el riesgo cardiovascular”, apunta Revenga.

“Antes teníamos la percepción de que todas las grasas eran malas, después supimos que las malas eran las grasas saturadas y hoy en día sabemos que incluso dentro de las saturadas no todas son iguales”, destaca Marián García.
Con relación a las grasas, el alimento cuya reputación sufrió un giro de 180 grados fue el pescado azul. “Hace muchos años no se recomendaba por su alto contenido en grasas, las sardinas y los boquerones eran comida de clases bajas hasta que se descubrieron los ácidos grasos omega-3, que tienen un efecto protector. Y así pasaron a formar parte, precisamente, de las dietas para prevenir eventos cardiovasculares”, comenta la experta.

Algo parecido sucede con el aguacate. Por mucho que sea una fruta, su alto contenido en grasa la mantenía proscrita de las dietas saludables, hasta que se comprobó que eran ácidos grasos monoinsaturados similares a los del aceite de oliva. Y es que en cuestión de grasa “no importa tanto la cantidad como la calidad”, insiste García.
Pero no solo las grasas nos hacían huir de algunos productos. El pan de centeno y los panes integrales siempre fueron considerados peores que el pan blanco. Por alguna razón, hace décadas se pensaba que los cereales refinados eran la mejor forma de tomar hidratos de carbono y hoy sabemos que es justo al revés: el grano entero, con su cáscara, proporciona fibra, vitaminas y minerales.

Y de postre, café para todos. Tranquilos, no nos va a provocar un infarto, como se pensaba antiguamente. Al menos, “está demostrado que tomar dos al día no influye en el riesgo cardiovascular ni en la hipertensión”, señala Revenga, e incluso parece contar con sustancias beneficiosas frente a la diabetes, el Párkinson y las enfermedades cardiovasculares, aunque todo depende de las distintas concentraciones y formas de prepararlo.

Los que parecen haber cambiado, pero no

Una reciente campaña afirma que “la Unión Europea definela carne de cerdo como carne blanca”, es decir, como la del pollo o la del pavo en contraposición a las rojas, como la de ternera. Sin embargo, detrás de esta promoción está la Organización Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca (INTERPORC). “Me puse en contacto con ellos para ver en qué se basaban para decir que era carne blanca y se escudan en un documento de hace unos 15 años que debe ser un error, puesto que es la única fuente en la que se afirma tal cosa”, señala Revenga.

Ni siquiera hay consenso en cómo definir la carne roja, si por la coloración o la grasa. Pero, si pueden, los productores huyen de ese término después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) –que considera al cerdo carne roja- lo haya estigmatizado.

También era malo y lo sigue siendo el chocolate a pesar de que al hacer una búsqueda en Internet salgan cientos de páginas que digan lo contrario. El origen de la confusión es un estudio “lamentable”, asegura el especialista, que llegó concluir no solo que el chocolate no engorda, sino que es un buen aliado contra la obesidad.

Como ocurre a veces con otras investigaciones sobre nutrición, era un estudio meramente observacional que sacó conclusiones disparatadas al detectar una correlación entre dos variables y pensar que una puede ser causa de la otra. Sin embargo, en ciencia “correlación no implica causalidad”, recuerda Revenga.


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¿Por qué tenemos antojos de alimentos salados?

Seguro que te habrá pasado, de pronto y sin saber por qué, sientes un deseo imparable de comer, por ejemplo, unas papas fritas o un sándwich de jamón. Te parece extraño, porque por lo general los antojos son de alimentos dulces –un brownie de chocolate o una buena porción de helado–, sin embargo, no te apetece nada dulce.

¿De dónde vienen los antojos de alimentos salados? Hoy te contamos qué quiere decirte tu cuerpo cuando te pide a gritos algo con bastante sal.

Razones para tener antojo de comer salado

Nuestro cuerpo se acostumbra a todo, si de forma habitual comes determinados alimentos y en su mayoría son salados, o tiendes a añadir sal adicional a las comidas y por el motivo que sea la dosis de sal que ingieres disminuye día a día, tu cuerpo reclamará esa falta y te lo hará notar haciéndote sentir deseos de comer algo salado.

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¿Necesitamos consumir sal?

La realidad es que este componente contribuye a que los líquidos del organismo se mantengan balanceados, y para ello necesitamos consumir una cucharadita de sal cada día, pero sin excedernos ya que podría provocar hipertensión. La sal que el cuerpo requiere es obtenida de los alimentos que tomamos, por lo que no es necesario añadir más.

Origen de los antojos salados

Si comienzas una dieta baja en sal, tendrás ganas de comer alimentos salados. Una vez que tu cuerpo se acostumbre a las nuevas proporciones de sal que ingieres, también se irán los antojos de sal.

Si no padeces de ninguna enfermedad, no has comenzado una dieta pobre en sodio y tienes antojos de alimentos salados, podría deberse a que tu organismo tiene carencia de minerales.

Puedes sentir antojo de comer cosas con sal luego de realizar actividad física o si sudas demasiado porque hace calor; esto puede indicar que necesitas rehidratarte, y una forma de hacerlo es tomando bebidas isotónicas que te ayuden a nivelar los electrolitos del cuerpo.

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Ciertas enfermedades también pueden presentar este síntoma; si tienes antojos de alimentos salados que sobrevienen de repente y de forma intensa o se combinan con otras señales físicas, es mejor que te realices un chequeo médico ya que existen enfermedades asociadas, como por ejemplo:

  • Trastornos suprarrenales
  • Enfermedad de Addison
  • Enfermedad de la corteza suprarrenal
  • Hipoadrenocorticismo e hipoparatiroidismo

Cuando los antojos por comer alimentos salados son ocasionales, pueden considerarse normales; sin embrago, si esto sucede con frecuencia el exceso en el consumo de sal produce enfermedades como la hipertensión, lo que a su vez incrementa el riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares y ataque cardíaco. Así que, la próxima vez que tengas antojo de algo salado, intenta moderar el consumo.

Fuente: http://www.vix.com