EL TAXISTA ERA MUY VIVO


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EL TAXISTA ERA MUY VIVO

Una señora ha tenido la fortuna de encontrar taxi libre. Pero de camino, la señora resultó tan charlatana, que el taxista perdió paciencia. Taxista: Lo siento mucho señora, pero no oigo nada de lo que me dice. Soy sordo como una tapia y mi audífono se ha estropeado. Al enterarse la pasajera cortó la cháchara. Pero al bajar del taxi se dio cuenta de que el taxista no había dicho la verdad. ¿Cómo pudo darse cuenta?
 

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No era sordo porque supo llevarla hasta la dirección que ella le dijo.